Gabriel Zaid
Organizados para no leer
§
El centro de la vida literaria está en leer, que es una
actividad mental y solitaria, aunque puede vivirse
como un diálogo, hasta con cierta animación corporal.
José Vasconcelos habló de libros que se leen de
pie; que nos mueven a hacer cosas, tomar notas,
consultar un diccionario, ver el jardín con otros ojos.
Compartir esa animación, hablar de la experiencia
de leer, de lo que dice un libro y cómo lo dice,
de lo que gusta o decepciona, hace más
inteligente la vida social y personal.
Pero hay otras extensiones del mundo literario. Algunas
tan periféricas que no requieren la lectura. O tan
ajetreadas que no dan tiempo de leer. Paradójicamente,
las actividades que dominan “la vida literaria”
son las que prosperan sin necesidad de leer.
HACER VIDA SOCIAL EN EL MUNDO LITERARIO SIN LEER
Conocer nombres de autores y de libros en cápsulas
informativas y valorativas de enciclopedias, solapas de
libros, cubiertas de discos, letreros de museos,
programas de espectáculos, anuncios, noticias, entrevistas,
frases o juicios escuchados. Información valiosa para
alternar en la conversación, orientarse y elegir, porque
no hay tiempo de leer todo, y las noticias pueden
funcionar como lectura previa, en muchos
casos más que suficiente.
Conocer libros por la encuadernación, la tipografía, las
ilustraciones, de preferencia en buenas ediciones. Mejor
aún, tenerlos en casa, para sentirse acompañado y
enseñarlos, con fotos, bustos, ediciones
firmadas y reliquias de autores eminentes. Objetos que
dan calor (no sólo prestigio) cultural, que decoran”
ambientan, embellecen, y que no hace falta leer.
Conocer autores por la encuadernación social. Estar al
día de los chismes sobre su vida social, sexual,
conflictiva, sobre las peripecias de la fama, el poder y
la fortuna. Mejor aún, tratarlos personalmente y de tú,
en reuniones que pueden conducir a una familiaridad
de muchos años, aunque no necesariamente a la lectura.
No faltan tímidos que se avergüenzan de estar en una
cena de homenaje a un autor, por su reciente libro, sin
haberlo leído. Pero la gente más mundana sabe que
lo importante es el brindis, la alegría, el sentirse parte
de una comunidad culta, las sabrosas ocurrencias
y chismes de la celebración: lo que dice la fiesta, no lo
que dice el libro.
Tampoco faltan inocentes que dan excusas por lo caro
que están los libros, lo difícil que es conseguirlos
(¡no estaba en cuatro librerías!) y la falta de tiempo
para leer; aunque el libro cueste menos que la cena, y
leerlo tome menos horas que reunirse,
celebrarlo y volver a casa.
Lo importante de la vida social es la vida social, no la
lectura, aunque se hable de libros. Lo importante de
tratar a los autores es tratarlos, no leerlos. Convivir con
el Establishment. Dejar caer, como no queriendo,
la alusión que provoca la sorpresa: Pero … ¡lo conoces!
Los actos públicos suelen ser menos divertidos que las
cenas privada, pero más democráticos: una oportunidad
para los no invitados a las cenas. Ahí está, lo pueden
ver, quizá hasta dirigirle una pregunta.
Pueden sentir que forman parte de la vida literaria.
Quizás (aunque el porcentaje no es muy alto) animarse
a comprar sus libros, sobre todo si los firma, para
exhibirlos en la casa como conversation piece. Pero
si fuera posible saber cuántos leyeron el libro, antes o
después del acto, y no sólo del público, sino de los
mismos organizadores y presentadores; quedaría
claro para qué es el acto.
Lo importante de la presentación de libros es la
presentación, no la lectura. Lo importante es el montaje
teatral de un acto que sirve para ganar presencia en la
vida social, con anuncios y noticias en los periódicos,
la radio y la televisión. Para lo cual no es necesario que
los participantes hayan leído libro o piensen leerlo.
Basta con que se difunda la manifestación de que el libro
existe, el autor existe, la editorial existe, los
distinguidos oficiantes del acto y la institución que lo
cobija existen, en beneficio de todos ellos. Lo
importante es lo que dice el acto,
no lo que dice el libro.
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*diario Reforma/ sábado 24 de enero del 2009
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